Vistas de página en total

domingo, 28 de octubre de 2012

El frío más cálido


Esta semana ha sido muy fría, casi casi como la temperatura de mi corazón en los últimos meses. En ocasiones, quisiera volver a recordar el porqué me volví tan así: tan bipolar, cariñosa, dramática y lo peor, tan enamoradiza.

            He pasado por tantas experiencias en el “amor” como han sido: enamorarme de mi mejor amigo, del vecino, de mi instructor de zumba, de un gay y de hasta un niño que se ponía a plancharme el cabello; eso era raro, generalmente lo más femenino que hace un niño por ti es: sabrozearse a Megan Fox cada vez que la ven en imagen o película.

            Estos días fueron tan extraños como película de los 50´s del “Santo contra las vampiresas”. Desde, que un niño me invitara a salir, le dijera que no y a los 20 segundos verlo con otra chava. Solamente surge en mí una sonrisa al recordar a gente, que hace de su vida un cacahuate cuando se trata de amor. Saben, eso no es nuevo para mí, de hecho me identifico con ellos y por la misma razón, los bateo.

Siempre he pensado, que el amor no fue hecho para mí. Me es muy difícil amar a quien me ama, ya que siempre he tenido una idea algo tonta de querer permanecer con un corazón "fuerte" y la nariz fría. No nací para que me hagan de chivo los tamales, sino para yo preparárlos. Quizá, en un futuro, pueda saber exactamente lo que quiero. Aunque es poco probable, que algún día me comporte en el amor como final de novela del 13 en viernes.

Últimamente, gracias a dios, he aprendido a distinguir entre qué y que niños de mi lista son aptos para ser mi sapo azul. Mi papá ha querido sentarse a platicar conmigo… ¿como si fuese sencillo hablar con su hija de hombre a hombre? ¡Bah! Solamente pude responderle: En verdad quieres hablar conmigo. Su respuesta fue, una simple media vuelta.

En esta temporada del año es cuando más necesitó un abrazo de ese novio imaginario. También, es cuando más surgen en mí esas preguntas existenciales tipo Jaime Mausan. Torpemente, es cuando sé que necesito que alguien venga y diga: ¿Tienes frío no? ¿Ya no sabes cómo se siente el amor? y con una cachetada guajolotera me haga entrar en razón.

En ocasiones se me dificulta más que examen de matemáticas en lunes a primera hora, el simple hecho de querer a alguien y distinguir la manera en que lo hago.

En estas noches frías, donde el invierno se hace huésped en mi corazón comprendí que, no todo es lo que parece y que por más que desee, el frío es mi más cálido acompañante.

domingo, 21 de octubre de 2012

Adolescente al fin y al cabo adolescente



Hoy es una noche de invierno de esas en donde: o no sientes ni el juanete del pie derecho, o te pones más melancólico de lo normal, o ya de plano, te dan ganas de que te apapache tu novio imaginario.

     En realidad ya se hizo costumbre en mí que, a eso de la media noche, me ponga a escribir sobre mis dramáticos días o que de plano, me ponga a realizar un sandwich de siete pisos y me quede dormida en el segundo; pero bueno, todo lo hago, es para no pensar en lo que me pudiese pasar al día siguiente.

     Desde que pase por la última “situación amorosa” de mi vida, ya no he pensado en el amor……jajaja ¡mentira! Solo aprendí que, si vuelvo a escuchar una voz afeminada, que provenga de una “cara bonita”, pues, debo correr enseguida. Pero total, en los últimos días he conocido a varios niños y para mi sorpresa, ninguno ha vuelto a flechar mi corazoncito; bueno, en si ya no estoy segura.

     Mi familia piensa que gasto mi tiempo en buscar el "verdadero amor"que para mi edad, todo mi cuerpo anda de caliente; que solo mi nariz permanece en el invierno. Yo digo que ellos nunca me entenderán pues ya que, hace mucho, ellos pasaron por eso la edad de la “punzada”.

     Quizá algún día llegara mi príncipe azul en su corsel blanco como la nieve o bueno, aunque sea un pitufo que se crea príncipe. Pero nada mas no llega nada. Y ya me estoy preocupando. ¿Será que soy yo la del error? ¿Será que me tengo que disfrazar de pitufina o princesa en Halloween? La verdad ya no sé qué hacer.

     Casi sin querer se me sale una lagrimita al ver a una pareja darse un abrazo en estos días bajo cero. A veces, surgen mis dudas al pensar como fue que, me he vuelto tan enamoradiza y que busco esa necesidad de que alguien, como diría mi madre -le de calor a mi corazón-.

     Para seguir con mi drama, mi hermano dice que soy muy teatrera y que, con un simple roce, ya ando llorando y gritando como en película japonesa de terror; que en ocasiones ocurre todo lo contrario y me pongo peor que Rambo en su cuarentava entrega. Solo me queda decirle que soy una simple adolescente que no sabe aun lo que es vivir.

     Tal vez tenga razón, y soy una persona "diferente"; que puede ser que, por esa circunstancia no se me acerquen los niños, o también porque no me entiendan, o les cause miedo, o de plano ya comienzo a cuestionarme con intriga mis cambios de voz….

     En estas noches frías y de depresión comprendí que, no todo es lo que parece y que aparentemente solo soy una mujer en busca del amor o ya ni se, al fin y al cabo, soy una simple adolescente.

 


 

domingo, 14 de octubre de 2012

Cara bonita no significa "el amor de tu vida"


En noches de invierno, pensando en la inmortalidad del cangrejo me viene a la mente cada suceso por los que cada día paso como: que si la falda me queda muy corta y se me ve media ciudad de Cuernavaca, que no necesito más amigos que los que tenía en preescolar, que si el vecino me ve con ojos pizpiretos, que si esto, que si el otro, bla, bla, bla. ¡Por Dios! La vida es eso que pasa mientras me pongo a escribir lo que me sucede. Por ejemplo, mi familia ya no sabe cómo tratar con un adolescente o mejor dicho no sabe cómo tratarme.

       Cada día es un nuevo pretexto, dicho o historia con la que me salen. A veces creo que me quieren volver loca o, peor aún, quieren que me encierre en un convento. Pero bueno, quizá tengan razón, ya que para mi edad y sexo, pues, soy muy desinhibida, aventada, sociable y rebelde. Siendo sincera en ocasiones me causo miedo.

       Hace unos días, caminando en el colegio, vi al chico de mis sueños, el más guapo, el más bueno…en su salón; para ser concreta, es ese tipo de niño que los ves y tu cuerpecito reacciona diferente y corriendo vas y le pides su teléfono, código postal, dirección y, por si acaso, matrimonio. Llegando a la casa, corrí a comentarle a mi madre el hermoso suceso ocurrido. Aunque no fue sorpresa mía su reacción, ya que -siendo sincera- me dijo que este “niño de ensueño” sería el octavo en menos de una semana del que le hablo y que a este paso puedo lograr una marca mundial. ¡Bah! Yo digo que son alucinaciones de ella.

       Tras varios días de verlo y ponerme el rebozo, llegó el momento indicado y me atreví a hablarle. Lo primero que hice fue preguntarle su nombre, pero para mi sorpresa, con una voz afeminada y; por cierto, muy aguda me respondió: “Me llamo Bonifacio, pero para los amigos soy  Bonis”. En ese instante, sentí que el mundo se me acababa, que había pasado por días de estupidez acumulada por un niño que podría ser “mi mejor amiga”. Quedé perpleja y sin decirle más me retiré a mi casa. Para acabarla, llegué llorando y gritando peor que Adela Noriega en novela de las nueve, y eso que no soy tan dramática. Mi madre me preguntó qué me había sucedido, y yo entre mocos y klínex le dije que ya no me casaría.

       En estas noches frías y de depresión, comprendí que no todo es lo que parece y que una cara bonita no significa “el amor de tu vida”.