En estas noches
de frío y terror he visto que a los hombres ya no los hacen como antes.
Era temprano cuando desperté y recordé que había quedado en salir con Sebastián a ver una película.
La verdad es que mi mente a las once de la mañana no carbura muy bien, y menos cuando tienes
una cita déspues del mediodía. Para mi sorpresa, no fue lo que esperaba. No quise dejarlo
plantado, así que tomé mi bata y entré a la regadera. Al salir me puse mis jeans
favoritos, una playera de las tortugas ninja y unos tenis morados. La verdad, no
estaba muy emocionada al salir con mi décimo cuarto “niño de mis sueños”.
Cuando iba de
salida a encontrarme con él, mi madre me detuvo y me dijo: "Hija, no seas de
esas tantas niñas que usan el título de amor de su vida como si fuera
concurso para empleado del mes". Me quedé atónita, y sin nada que decir le di un
beso en la mejilla y me retiré a verme con Sebastián.
Al llegar al
cine, me sorprendí al ver que él iba peor arreglado que mirrey en fiesta de quince
años. Pasaron como 20 minutos en lo que yo realizaba un vistazo comparativo a nuestra ropa. Me dijo que
estaba en cartelera la película de Los arrumacos del amor, pero yo entre
risas sarcásticas le dije que las películas cursis no me gustaban y que obviamente
moría por ver Los zombis comesesos 5. Él, por complacerme, accedió a verla.
Al momento de
entrar a la sala todo iba muy bien, ya que no había empezado la película.
Cuando se inició, también comenzó mi tortura…
De repente, cuando
salían los zombis, él saltaba de su asiento haciendo un desastre con las
palomitas. Recuerdo una escena donde casi 30 zombis se comen a una chava y yo solo observé cómo mi acompañante tenía
los pies arriba del asiento mientras se comía las uñas. Toda la sala fue testigo, de que gritaba peor que niña que se le
aparece un payaso disfrazado de araña mutante. Bueno, la verdad, exageré pero en
verdad el miedo y horror que demostraban Sebastián era para morirse de risa.
Mientras yo veía cada escena con pasión y emoción, sentía como todas las chavas
presentes estaba abrazadas de sus novios. Para acabarla yo era la que iba a terminar abrazando a mi susodicho.
Quizá para ser
la primera cita fue algo extrema, pero me hizo entender que Sebas es una nena
comparado a lo que yo busco o sea: no es mi tipo.
En estas noches
he reflexionado que antes los valientes eran los hombres. Esos machos fuertes
y decididos que no le temían a nada. ¡Bah! Cada día comprendo más a mi abuelita
cuando me dice: “Los tiempos cambian”.
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